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Pedro Barceló. Fusion-a-dos.

  • Publicado en Didáctica baterias

Estamos viviendo una época en la que el mestizaje de culturas y de pueblos se ha convertido en algo normal. En las ciudades modernas cohabitan razas diferentes y viajar en el metro de Madrid, por ejemplo, no es tan distinto al de cualquier otro metro de ciudades como Nueva York o Paris, en donde se puede ver gente de casi todos los sitios del planeta.


La fusión de las culturas tiene algo que ver con la fusión de sus músicas, de hecho, es prácticamente el mismo espíritu. Hay pueblos que son muy cerrados y que tienen dificultades para integrarse en las sociedades occidentales y es debido fundamentalmente a que tienen sus tradiciones fuertemente arraigadas. Para lograr fusionar algo es necesario tener inquietudes y conocer lo opuesto a nosotros con el mismo entusiasmo con el que aprendemos lo propio. A veces el tener una mente cerrada y pensar que lo de cada uno es lo único y lo mejor, nos resta toda posibilidad de conocer cosas nuevas y así poder añadirlas a lo que ya tenemos.

La música es un reflejo de la cultura de los pueblos. Al igual que viajar abre las mentes, escuchar músicas de otros pueblos nos hace entender algo que es universal y que a su vez es la base para fusionar: todos sentimos lo mismo aunque lo expresemos de diferente manera. El ritmo, que es el latido de la música, tiene esa idiosincrasia y, si lo entiendes así, podrás comprobar que en todo el planeta se trabajan las mismas bases . En mis clinics hablo de ello como algo necesario para poder enriquecerte de todos los lados. Los ritmos se construyen como cuando se construye una casa; primero los cimientos, luego las paredes y por ultimo los detalles que la hacen confortable y personal.

¿Cuáles son los cimientos del ritmo?
Alguna vez he contado que de mi etapa en las orquestas y gracias a mi inquietud por descubrir los fundamentos del ritmo, pude entender algo que fue vital para avanzar en mi trayectoria como profesional. En las orquestas tocaba todos los estilos varias veces en una misma noche y, aprovechando esa circunstancia, trabajé los ritmos salseros, de rock, de pop, brasileños, etc. desde lo que yo intuía que era lo más básico, hasta el sitio que todos ellos tenían en común: las claves.

Las claves son los patrones mas básicos del arreglo. Encima de ellos y con ellos, se construye el arreglo rítmico de la música caribeña, de la cubana, de la africana, del flamenco, de la música árabe, de la música brasileña, etc., etc... Nadie olvida la clave cuando se hace ritmo y nadie admite la posibilidad de tocar sin conocer la clave. Ahora tenemos mucha información sobre los ritmos de salsa, de Brasil o de cualquier otra cultura y podemos ver a baterías que han desarrollado la habilidad de tocar la clave con sus pies mientras el resto de los miembros hacen otras combinaciones rítmicas. Creo que no es necesario explicaros como es la clave 3-2 o la clave de Guaguanco o la del 6/8 afro-cubano, pero si os diré lo que hice con ellas cuando tocaba en las orquestas. Entonces no tenía tanta información como ahora, así que utilice las claves como patrones básicos de pop o de rock. Las cajas las ponía en el 2º y 4º tiempo para luego moverlas y el bombo en el resto de las notas, siempre basándome en el patrón de la misma clave. De esa manera obtenía unos ritmos muy simples y contundentes que poco a poco rellenaba con rudimentos y de esa manera podía tocar rumba, samba o rock´n roll de una forma similar. A simple vista parece algo muy tonto, pero así conseguí tocar “el porompompero” como tocaba rumba Steve Gadd con Chick Corea o Acuña con Zawinul y, lo más importante, la gente seguía bailando de igual manera y sin importarles mi formato. Todo parecía encajar y a mí me daba la posibilidad y la libertad de experimentar sin ningún miedo. Durante un par de años estuve investigando esta cuestión con la intención de hacerme un lenguaje sencillo y que me permitiera moverme en cualquier estilo, incluso, sin ser un especialista. El conocer la clave y asimilarla como el patrón de partida, hizo que escuchara la música y pudiera fortalecerme desde dentro hacia fuera. Eso supuso apreciar y nutrirme de todo lo que oía. Si logras entender lo que ocurre rítmicamente, cuando toques lo utilizarás espontáneamente.

La esencia de la fusión la entiendo así; si eres capaz de llegar al fondo de las cosas, y en este caso al fondo del ritmo, verás los lugares comunes de todas las músicas y el mestizaje. La mezcla de todas, no supondrá ningún esfuerzo, todo lo contrario, un placer. Puedes estar tocando la música que sea y hermanarla con influencias de otra completamente opuesta y sin embargo encajar con total normalidad. A un “heavy” no le puedes hablar de “merengue”, le parecerá vomitivo, pero el ritmo no tiene forma y si un músico de rock se atreve a escuchar con una mente abierta lo más opuesto a sus gustos musicales, seguramente ampliará sus recursos y no por ello dejará de ser duro, al contrario, incluso podrá sonar más original.


Cuando llegué a Madrid empecé a poner en práctica todo lo que había aprendido en las orquestas. Toqué con músicos de jazz y algunas bandas de pop como Esclarecidos, Los Coyotes, que fusionaban el rock y la salsa, y un par de giras con La orquesta Mondragón. Sin embargo no había tenido la oportunidad de conocer y tocar con músicos de flamenco. El flamenco me imponía mucho respeto, no acababa de entenderlo y asimilarlo. En el flamenco puro no se usaba la batería y me era difícil concretar sus ritmos de la manera que lo había hecho en otros estilos. Me presentaron al “Paquete” y al “Negri” y empecé a tocar con La Barbería del sur, que fusionaban el flamenco con el reggae o el rock. Fue mi primera incursión en este mundo y me ayudó a perder el excesivo respeto que me daba el flamenco y me relajé. Cuando me contrataron los de Ketama ya entendía sus “compases” y vi que los “tangos”, “bulerías” y “tanguillos” no eran tan distintos a las “rumbas”, “sambas en tres” o los “6/8 afro cubanos”. Grabamos “D aki a Ketama” y utilicé los mismos patrones que cuando tocaba las rumbas de Peret o de Manolo Escobar. Nunca se lo he dicho a ellos, pero es cierto, rítmicamente era lo mismo. Evidentemente lo de fuera no. De esa manera cada música parece distinta al escucharla, aunque, rítmicamente, la estructura siga siendo la misma, la tuya, la que te hace sentir cómodo y por la que los demás te reconocen. Cuando toqué con la Niña Pastori conseguí llegar más lejos con las bulerías y los tanguillos y lo tocaba con muchas mas referencias de otras músicas. Los tanguillos, por ejemplo, suenan igual que algunos ritmos de Argentina, Perú o incluso de Jazz- suffle. “Todo lo que huela a tresillos entra bien con los Tanguillos” (lo siento pero me salió un pareado).

Pasaron muchas giras y fui aumentando mis recursos con esa filosofía, sin variar mi sistema; desde el fondo pero redecorándolo con pequeños detalles de aquí y de allá. Todas las experiencias te aportan algo nuevo que no sabías y que te permite dar un paso hacia adelante. No creo que el tener prisa por conseguir todo lo que anhelas, sea bueno. Las cosas vividas te dejan marca y en la música es mejor tocarlas y saborearlas y dejar que todo crezca poco a poco.

Me considero un músico de fusión porque he aprendido de todas partes, escuchando y tocando de todo. No tengo raíces como otros músico cubanos, indios o flamencos. He tenido que avanzar desde la práctica y mezclando pinceladas de toda la música que escuché y que me dejó su marca. Desde los 70 he comprobado que los estilos se pueden unir para dar nuevas direcciones y no por ello se pierde algo puro, al contrario, es necesario para poder avanzar. Luego aparecen los nombres; Jazz-rock, Funk-Jazz, Pop- Country, Acid-Jazz, House, Punk, Punk-Rock, Latin, Latin-jazz.. etc. Todos dan algo y también sus mezclas y, a su vez, las mezclas de las mezclas. Son los músicos los que van haciendo sobre la marcha esas combinaciones.

A estas alturas está todo inventado y lo único que nos queda para poder crear es esa mixturanza, hacer cóckteles con fórmulas que nosotros hagamos espontáneamente, sacando ideas de nuestro propio bagaje de conocimientos.

Estos últimos años ha aparecido una corriente retro no solo en estilos sino también en sonido e incluso en los instrumentos. Hay una gran pasión por baterías vintage, por el sonido vintage y por el look vintage en general. Muchos son los músicos jóvenes que están recuperando aquellas formas. Por lo general pertenecen a generaciones que no han vivido las épocas que adoran. También las compañías editan productos que rememoran la música de los 50 o 60, con cantantes que recuerdan a Frank Sinatra o a leyendas del jazz. A mí me gusta y me parece hasta interesante comprobar que la música de calidad pueda venderse y que la gente recupere el gusto por escucharla. Todo es positivo, porque creo que, aunque aquello ya se hizo, después de estas etapas de “recuperación” saldrá algo nuevo. Recuerdo la época de los 70 y su sonido, y no es tan distinta de la de ahora, si vamos al fondo del asunto. Los sonidos no son el alma de la música, ni los cimientos. Creo que es bueno tocar cualquier estilo sin pensar que es la moda, que estás a la última.

La música no tiene tiempo, la que sale de dentro, es la que está a la última de verdad. Hay muchos grupos que suenan muy parecido a los grupos de antes, pero eso no es difícil. Tampoco es difícil imitar a un grupo de ahora. Lo realmente dificil es lanzarse sin tener en mente un patrón, sin pretender ser nada, sólo lo que salga. Siempre se notaran las influencias, pero lanzarse os dará por un momento la sensación de que lo que toquéis es genuino, aunque siempre habrán parecidos. Tratad de ser honestos y a la hora de fusionar olvidaros de las reglas y disfrutad, seguro que os sorprenderéis.

Fusion-a-dos, es el título de este artículo y vosotros os preguntaréis ¿por qué a dos y no a tres?. Bueno, no importa demasiado el número. Lo titulé así porque vivimos en un planeta en donde la base de la vida es el agua. El agua, H2O, es el resultado de la fusión de dos átomos, dos de Hidrógeno y uno de Oxígeno. Como podéis ver, ha dado para mucho esa unión. Por lo tanto, y partiendo de la idea de que la naturaleza es sabia, estoy seguro de que el camino para avanzar es la fusión, no os quepa la menor duda. En la tierra la diferencia es evidente, no somos todos iguales, lo cual es un alivio, si no, esto sería un aburrimiento. Las razas, aunque Hitler pensara lo contrario, mejoran con la mezcla y en la música ocurre exactamente lo mismo.

La mayoría de los pueblos se sienten diferentes y basan sus luchas en querer someter al que no es igual a ellos o, simplemente, no compartir las mismas ideas. Esta gente no está preparada para la fusión de nada, es la gente que impide que el mundo avance. Por desgracia el mundo, que parece que camina hacia una globalización, en realidad solo lo hace en el sentido de una globalización económica, no social. La economía no lo es todo, al contrario, si no va acompañada de un acercamiento y de una unión de los pueblos y sus culturas no sirve de nada, es decir, sirve para hacer mucho más ricos a unos pocos y muchísimo más pobres al resto. Esto supone marcar más las diferencias y alejarnos, si cabe, kilómetros del concepto que os estoy contando. Aunque sean asuntos sociales y económicos, tienen su reflejo en la música y, por lo tanto, en lo que hablamos en este artículo. Fusionar es unirse, lo que esta ocurriendo es lo contrario.

Si lo entendéis de esta manera, como yo lo entiendo, aplicadlo en la música y escuchad cualquier estilo sin ningún miedo a perder vuestra identidad. Lo que verdaderamente nos marca es sentir lo que hacemos con total libertad. Si os encerráis en esquemas , modas o ideales os convertiréis en auténticos esclavos.

Muchos de estos pensamientos y otros, combinados con anécdotas y recuerdos, los podréis leer en mi libro “Historias de un Batería”. Si os interesa adquirirlo pronto pondré en mi página web la manera de hacerlo.

Un saludo.
Pedro Barceló

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