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Comparamos la grabación de Baterías MIDI vs REALES

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 La tecnología avanza a pasos agigantados facilitando nuestras vidas cotidianas y los quehaceres del trabajo. En los últimos años hemos experimentado un gran progreso en los diferentes softwares de producción musical. Hoy en día una persona sola puede componer, grabar, mezclar, masterizar y distribuir un álbum entero, desde la comodidad de su casa y con un sencillo ordenador como única herramienta. Pero, ¿nos estamos perdiendo algo por el camino?

La música siempre se nutrió de las aportaciones de las personas que participaban. Por supuesto, siempre existió la figura (imprescindible) del compositor, pero este se apoyaba en los músicos, productor, e ingenieros de sonido para acabar ofreciendo una canción rica en matices e interesantes ideas.

Re-escuchemos la obra de The Beatles, The Rolling Stones, Jimmy Hendrix, Bob Marley, Queen, Elvis, Aretha Franklin... podremos reconocer la indeleble huella de los profesionales que intervinieron en sus canciones.

 

Hoy quiero hablaros de algo que me toca de cerca: las baterías MIDI. Lejos de despotricar de ellas, me gustaría hacer un análisis comparando esta útil herramienta con la grabación de baterías reales, a la antigua usanza.

 

Veremos los pros y contras de una y otra manera de trabajar y al final del artículo os mostraremos unas pistas grabadas con las dos metodologías (samples y baterías acústicas reales), para que juzguéis vosotros mismos. Vamos paso a paso.

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Estilos

Es evidente que ciertos estilos musicales (techno, reguetón, trap, etc.) requerirán de sonidos electrónicos, donde las baterías acústicas no tienen apenas cabida. Nuestra comparativa pretende abarcar solo aquellos géneros donde se puede reemplazar el toque humano por el de una máquina (pop, rock, blues, jazz, reggae, country, soul, etc.)

 

Calidad de grabación

Reconozcámoslo: las librerías de samples de baterías que se usan hoy en día suenan espectaculares. En Youtube podrás encontrar videos de cómo están grabadas: enormes estudios con un sinfín de microfonía, previos y conversores AD/DA de primera calidad.

También las baterías reales se graban así, y para que la comparativa sea justa deberemos irnos a un estudio que cuente con material de primera. Nuestras baterías han sido grabadas con equipos de alta gama, y cuidando todos los detalles en cuanto a la colocación de micros, afinación, ganancias, etc.

Por el momento vamos a considerar un empate en este aspecto: baterías MIDI 1, baterías reales 1.

Escucha los audios de las sesiones de grabación y comparativas para entender el resultado del experimento. Dejamos a continuación 3 sesiones de cada uno de los dos fragmentos de los temas sobre los que se han hecho las comparativas. 1. Grabación de batería programada, 2. Grabación de batería real  (Toni Mateos) en réplica de interpretación de la secuenciadas, 3. Grabación "lo que haría el batería" (Toni Mateos). Tomas dos y tres mecladas en un estudio profesional (Dalamix). El artículo continúa tras las demos, analizando cada detalle.

 

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  • Demos 1, 2, 5 y 6 baterías secuenciadas. Demos 2 y 5 grabadas y masterizadas en estudio doméstico.
  • Demos 3, 4, 7 y 8 baterías acústicas (grabadas por Toni Mateos), mezcladas en Dalamix y masterizadas por Antonio Moreno.

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Tiempo requerido

Hemos consultado este asunto con diferentes productores y programadores del sector. Efectivamente, trabajar con baterías MIDI es muy rápido... hasta cierto punto. Si bien es cierto que en cuestión de pocos minutos puedes obtener unos ritmos “que funcionen”, la mayoría de los entrevistados está de acuerdo en que hay que pasar interminables horas hasta que aquello empieza a sonar “humano”.

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Seleccionar el sonido adecuado para cada pieza, programar ghost notes, ajustar el volumen de cada golpe para que no suene robótico, procurar que no suenen “tres manos” a la vez... son procesos que pueden durar días enteros

 

Por el contrario, contratar un servicio online de grabación de baterías reales puede significar un enorme ahorro de tiempo. Muchas de las páginas que encontraréis por internet ofrecen plazos de entrega de entre uno y cinco días. Y, por supuesto, no os tendréis que desplazar ni asistir a la sesión de grabación.

 
En nuestro caso, hemos tardado un total de dos horas en grabar las baterías que escucharéis en los tracks de muestra. Atendiendo a la relación tiempo-resultado, creo que la grabación de baterías reales es la que gana esta partida. Resultado por el momento: baterías MIDI 1, baterías reales 2.

 

Habilidades previas

Una de las grandes ventajas de trabajar con baterías MIDI es que no es necesario poseer ningún conocimiento previo para “empezar a sonar”.

 

Existen plug-ins, incluso, que crearán una batería para ti en cuestión de segundos, que se adaptará a tu línea de bajo o melodía. Además, algunas de estas muestras ya vienen procesadas, con un sonido final más que aceptable.

 
Sin embargo, trabajar con quince o veinte pistas de batería acústica es otro cantar. Necesitarás revisar la estructura de ganancias, limpiar pistas de toms, ecualizar, comprimir, crear subgrupos, añadir efectos... Sin duda, un proceso solo apto para aquellos que hayan recibido cierta formación y posean unas cuantas horas de práctica.


¡Gol por la escuadra! Sin duda: baterías MIDI 2, baterías reales 2.

 

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Lenguaje y expresividad

Bajo mi punto de vista, el peligro de las producciones “Juan Palomo” (yo me lo guiso, yo me lo como), donde la misma persona hace de guitarrista, baterista, teclista, lampista, mezclador, etc. es la endogamia y la consanguinidad. Históricamente ya conocemos las consecuencias...

Que nadie se ofenda cuando digo que una batería programada a golpe de ratón nunca podrá superar a un groove del maestro Steve Gadd, por poner un ejemplo. Y es que, aunque todos hemos escuchado muchos discos, hacen falta más de veinte años de práctica intensiva para ser experto en algo (la famosa “regla de las 10.000 horas”).

 

A menudo escucho baterías programadas que son imposibles de tocar o, sencillamente, nunca hubieran salido de la cabeza de un baterista.

 

Como decíamos al principio del artículo, la música siempre se ha nutrido de las aportaciones de diferentes profesionales trabajando en una misma canción. ¿Acaso no ocurre lo mismo en el cine, la arquitectura o el teatro?
Si habláramos de baloncesto, este tanto sería un triple.

Pero dejémoslo en un punto a favor de la humanidad: baterías MIDI 2, baterías reales 3.

 

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Precio

Uno de los grandes argumentos en favor de las baterías virtuales es la falta de presupuesto, cosa que a menudo obliga a programarlo todo con MIDI (también bajos, percusiones, pitos, cuerdas, etc.). Efectivamente, en algún momento los músicos decidimos regalar nuestro trabajo a cambio de popularidad, de un puñado de likes o de unos miles de reproducciones. A este incomprensible fenómeno se le sumaron los grandes avances en informática musical, y dio como resultado el desmoronamiento de la industria.

 

Cualquier persona con un ordenador sencillo puede, hoy en día, publicar un disco. Ni siquiera hace falta una pizca de talento, ya que nuestro software se encargará de disimular nuestras carencias musicales.

 

Con este panorama es comprensible que abunden las producciones de muy bajo coste, donde todo lo hace la misma persona. Y aunque hoy en día grabar baterías de calidad a distancia es muy económico, es imposible competir contra las librerías gratuitas que corren por ciertas páginas de Internet.

Punto para el robot: baterías MIDI 3, baterías reales 3.

 

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Riqueza tímbrica y armónica

Hace unos años tuve la ocasión de charlar con el gran Simon Philips (baterista e ingeniero de sonido de Toto, entre muchos otros). Le pregunté cómo hacía para grabar y mezclar las baterías tan espectaculares que sonaban en sus discos y me respondió que la clave estaba en el bleeding o “sangrado”: cuando golpeamos una pieza de la batería, su sonido es captado por todos los micrófonos... lógico.

Y es que la batería, queridos lectores, es un solo instrumento. Philips me comentó que siempre utiliza un set con muchos toms y platos, aunque no los vaya a utilizar.

 

“Cuando golpeo el bombo vibran todas las piezas de la batería, por simpatía. Eso genera una riqueza tímbrica y armónica que aprovecho en la mezcla para conseguir un sonido gigantesco... pero hay que saber hacerlo”.


El reconocido ingeniero de sonido Chris Lord-Alge (Greenday, Madonna, Rolling Stones, Prince...) también utiliza técnicas microfónicas concretas para potenciar el bleeding y conseguir resultados espectaculares.
Por el contrario, los samples utilizados en las aplicaciones MIDI carecen de esa profusión de matices.

No lo digo yo, lo dicen los grandes... ¡punto para lo orgánico! Baterías MIDI 3, baterías reales 4.

 

Precisión

En los últimos años hemos acostumbrado nuestros oídos a la “perfección musical”: parece que todo tiene que sonar 100% afinado y a tempo. Esta es la razón por la que muchos productores dicen preferir las baterías MIDI: todo suena perfecto desde el primer momento.

Tan artificial es a menudo el resultado, que muchos softwares de edición de baterías MIDI ya incluyen el “factor humano”, un margen de error que podemos seleccionar para que aquello parezca que ha sido tocado por una persona. ¿Nos hemos vuelto locos?

 

Bajo mi punto de vista, las pequeñas oscilaciones de tempo y/o sonido que pueda tener un baterista profesional es una de las cosas que le confieren groove y personalidad. Y si no nos gusta el resultado, también podemos editarlo y dejarlo perfectamente cuantizado, con herramientas como Beat Detective o Time Stretching.

 

Si hablamos de precisión, no creo que exista diferencia entre una u otra manera de trabajar.  Dejémoslo en empate, un punto para cada una: baterías MIDI 4, baterías reales 5.

 

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Rango dinámico

Aunque las “baterías de librería” incluyen muestras grabadas a diferentes volúmenes, estas no son infinitas. Además, programarlas a distintas intensidades para que suenen verosímiles es uno de los trabajos más tediosos y costosos de la edición MIDI.

Ahí es donde puedes perder el poco presupuesto con el que contabas para la producción. En mi opinión, este es uno de los puntos débiles de las baterías MIDI.

Sin embargo, un profesional de los tambores será capaz de adaptar cada uno de sus golpes al rango dinámico requerido. O al menos el producto resultante sonará “natural” desde el primer momento, ya que... ¡lo es!
Sube al marcador un tanto para el equipo humano: Baterías MIDI 4, baterías reales 6.

 

Fiel a la idea

Algunos de mis amigos productores aseguran haber perdido mucho tiempo discutiendo con los músicos. Conseguir que un instrumentista interprete las ideas del productor no siempre es fácil, sobre todo si no existe una partitura. Algunos de esos músicos intentarán imponer su criterio, otras veces no entenderán qué se les pide... A menudo, la ardua tarea del productor consistirá en convencerles de que deben tocar la idea que él tiene en la cabeza.

 

Las baterías enlatadas, en ese aspecto, son fieles escuderas. Repetirán una y otra vez tu programación, no importa lo buena o mala que sea.

 

Y de la misma forma, si cuentas con un músico profesional con experiencia será capaz de interpretar tu idea con la máxima fiabilidad. En los tracks que encontraréis en la parte superior de este artículo podréis ver como en la toma 1 he copiado exactamente la maqueta del cliente, mientras que en la toma 2 he propuesto ideas diferentes.


En cuestión de fidelidad, creo que es justo considerar el empate: baterías MIDI 5, baterías reales 7.

 

Diversidad de sonidos

Actualmente, en mi estudio trabajo con veinte cajas diferentes, cuatro bombos, diez toms y seis juegos de platos. Por supuesto, todas esas piezas se pueden intercambiar y afinar de manera distinta, ofreciendo muchísimas posibilidades al cliente.

 

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Aun así, todas ellas se quedan cortas ante la infinidad de muestras que puede brindarte una librería de 5 gigabytes de samples. Lo reconozco, esa partida la he perdido... Si eres de los que puedes pasar una semana escuchando todas las muestras de snare hasta dar con la que te gusta, las baterías MIDI son para ti.

 

Eso sí, en mi opinión tanta diversidad puede hacer que nos volvamos locos, perdiendo un tiempo (y dinero) valiosísimo para dedicar a otros quehaceres. No olvidemos que los grandes discos de la historia se grabaron a la antigua usanza, seguramente con el único drum kit que tenía el baterista en aquel momento.

Puedes buscar videos de Vinnie Colaiuta grabando para artistas de lo más dispares (desde Herbie Hancock a Alejandro Sanz), o de Simon Philips (con Toto o The Corrs). Te sorprenderá ver que los grabaron con la misma batería.

De todos modos, haciendo honor a la verdad, este asalto lo ganan los discos duros: baterías MIDI 6, baterías reales 7.

 

Llegamos a este punto final con una pregunta difícil de responder: ¿Para qué hacemos música? ¿Cuál es el fin último?

 

Después de mucho buscarla, mi particular respuesta es que lo hacemos para compartir emociones, para expresar nuestros sentimientos, tratando de que nuestra audiencia los atrape al vuelo, los haga suyos y les toque el corazón.

 

A lo largo de mi vida me he enamorado muchas veces. He reído, he llorado... Me he enfadado y me he vuelto a reconciliar. He sentido rabia y rencor, pero también he sabido perdonar. Y, ¿sabéis qué? Nunca esos sentimientos han sido provocados por una máquina, y mucho menos por un plug-in.

 

Bajo mi punto de vista, esta es la goleada, el hat trick, la “manita” o el “baño” (llamadle como queráis) que puede darle un instrumento real a otro MIDI.

Cierto es que las baterías virtuales son una herramienta útil, rápida y económica para plasmar ideas de manera autosuficiente, sin necesitar a nadie más. Pero no podemos aceptar la parte como el todo, el onanismo como sexo, la maqueta como el disco.

 

Recuperemos antiguas recetas, o investiguemos nuevas fórmulas, para no dejarnos por el camino lo que un día nos llevó a hacer música: el placer y la necesidad de compartir.

 

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* Agradecimientos de la Revista ISP Music & Producer a Toni Mateos, The Chickens ®, Dalama / Dalamix y Antonio Moreno.

* ¿No puedes escuchar las demos en el reproductor de arriba?, prueba a actualizar tu navegador a una versión compatible o escúchalas vía SoundCloud, aquí:

 

 

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