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Componer y plantear canciones

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En ocasiones, la palabra composición queda grande para aquellos que sienten el gusanillo de la creación pero no se atreven a tomar la decisión. En otros casos es inevitable debido al alma creativa de quien escribe y su necesidad de expresar ideas y sentimientos en un lenguaje distinto a la palabra. Una vez reunidas una serie de ideas has de enfrentarte al proceso de grabación y debes plantearlo en los términos adecuados. Estudiaremos paso por paso cómo desarrollar tus ideas.

Componer
Creo que la creatividad, o mejor dicho la necesidad de expresar, se lleva dentro. El autor siente el deseo de dar forma a sus ideas y las convierte en un mensaje. En realidad, la satisfacción que procura la creación es común, bajo mi punto de vista, en cualquier disciplina artística. La forma de canalizar esa creatividad será expresando a través del lenguaje que más afín sea a su creador: poesía, prosa, letras, pinturas, dibujos, grabados, esculturas, composiciones musicales, etc.

Me atrevería a afirmar, incluso, que aquellos que sienten una rabiosa necesidad de sacar o plasmar sus mensajes, se sienten tentados ante la idea de manejarse en diversas disciplinas, como pueden ser la pintura, la poesía y la música. Obviamente, para conseguir buenos resultados no hace falta sólo el talento y la sensibilidad, también es preciso dominar aquellas herramientas que transformaran la idea en un mensaje visual, musical, etc.

Hablando de música
Por tanto, resumiría en dos grandes bloques el proceso. El primero es el que llevas dentro, tu deseo por expresar, tu ansia por convertir tus sentimientos en música y el interés por manejar diferentes lenguajes. La esencia es transmitir. El segundo bloque se fundamenta en el conocimiento teórico y práctico. Dicho de otro modo, si te apasiona escribir en inglés pero no conoces el vocabulario y tu expresión gramatical en ese idioma es como la de un niño de cinco años, será prácticamente imposible que plasmes tus desarrollos de una forma interesante y competitiva, por muy buenas que sean las ideas.

Llegados a este punto, y si contamos con esa explosión creativa de forma previa, necesitamos invertir mucho tiempo en manejar lo mejor posible nuestro medio. El piano, la guitarra o cualquier otra herramienta creativa que consideres que es afín a tus mensajes.

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Aprender
Una de las premisas básicas del músico es la modestia (también haría extensiva esta cualidad a otros artistas de cualquier “gremio”). Esto tiene una explicación. Cuanto más aprendes, más conciencia tomas de tus limitaciones y percibes de forma más clara que el universo del lenguaje musical es mucho más grande de lo que podías imaginar. Te das cuenta de que nunca dejas de aprender y aprecias cómo se enriquecen tus posibilidades creativas y expresivas cuando tu mente esta abierta, receptiva.

Es frecuente leer o escuchar a otros que saben más que tú, decir que no es bueno encasillarse en un estilo musical. Sobre todo a la hora de escuchar. Esta afirmación está hilada a la exposición anterior. Cuanto más abierta esté tu mente más recursos tomarás; procesándolos y convirtiéndolos después en herramientas de tu propio lenguaje.

Arrancar
Si aún no te has decidido sólo te falta una cosa: perder el miedo. Debes arrancar, plasmar tus ideas y ser consciente de que por mal que queden, forman parte del proceso de aprendizaje y evolución. Si, por el contrario, ya llevas tiempo dedicado a la composición, debes centrarte en mejorar tus capacidades y en conocer a la perfección el lenguaje que utilizas: la música.

Plantear las canciones
Para componer realmente no hace falta nada. Podemos encontrar el estudio más completo y equipado del mundo pero, si no hay ideas, no hay feeling, no hay mensaje, todos los instrumentos y equipos no sirven para nada. Es más, creo que la mejor forma de “respirar” el feeling de una canción es escucharla con voz y guitarra (voz, piano, etc.). De forma sencilla, sin arroparla ni adornarla con mil filigranas. Si la canción en esencia es buena, será buena aun sonando de la forma más modesta del mundo. En muchas ocasiones el hecho de estar sentado frente a mucho equipo y “distracciones musicales” nos puede hacer perder el norte del tema, pues nos centramos en ¿cómo quedará ? ¿Y si meto este instrumento o este otro? De este modo el proceso de creación se convierte en proceso de “producción” y son cosas muy distintas que debemos diferenciar perfectamente. En resumen, debemos centrarnos en componer nuestro tema, de forma sencilla, sólida y segura. De esta forma estaremos totalmente centrados en exprimir al máximo nuestra capacidad en composición. Sin que otros elementos nos distraigan o camuflen el tema.

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Hacer una maqueta
Creo que a todos nos hace ilusión ver crecer nuestros temas. Incluso cuando vas componiendo, pueden irse acumulando “pistas imaginarias” en tu cabeza que te ayudan a desarrollar la idea. Con una serie de temas planteados, daremos el siguiente paso: vestirlos.

Una misma canción puede orientarse de mil formas diferentes: por su base rítmica, por los sonidos que elijamos, por el estilo de los intérpretes, por nuestra intención y por un largo etcétera de circunstancias. Personalmente, soy más partidario de grabar solamente las pistas necesarias, la esencia, las que aportan algo. Las tareas de “superproducción” de mil pistas suelen ser más utilizadas para disfrazar un mal tema. El reto de producir un tema “a lo bestia” también puede tener su encanto, aunque personalmente prefiero los estados minimalistas en las canciones, dando más protagonismo a la canción que a la producción.

Con las facilidades que nos brindan los actuales “home studio”, es relativamente sencillo ponerse manos a la obra. Ya se ha descrito anteriormente (en otros capítulos ISP) cómo montar y ampliar nuestro estudio casero. Este no es nuestro tema de hoy, aunque lo seguiremos desarrollando en otros números. Hoy prefiero concentrarme en algunas dudas que nos van llegando a redacción, relacionados con el planteamiento de la grabación.

Estos parámetros sobran para aquellos que ya estáis familiarizados, pero me permito comentarlos para quienes realmente necesitan una orientación básica. En ocasiones me han llegado comentarios del tipo: “he compuesto un tema con mi bajo, lo he grabado sin claqueta y ahora quiero poner la batería y el resto de componentes”. Debes seguir un orden y un criterio para conseguir buenos resultados. Siguiendo este ejemplo, si grabas un bajo o cualquier otro instrumento sin claqueta, el tempo quedará totalmente descontrolado (a no ser que seas un reloj humano) y el tema, antes de empezar, estará destinado al fracaso seguro.

Estructura. Propuesta

Claqueta, metrónomo

Acostúmbrate a tocar con claqueta o metrónomo. Debes tocar a “tempo” y muy especialmente cuando vas a superponer unas pistas sobre otras. Considera que si cada pista va a su bola, y no tienes una guía, será casi imposible (sobre todo si no eres un músico muy experimentado) ir “casando” pistas.

Maqueta, borrador
Puedes hacer un esbozo inicial del tema en un par de pistas “borrador”. Grabando un instrumento base y la voz. Piano, guitarra etc. (siempre a tempo ok). Puedes ayudarte con algún loop de batería si te es más cómodo. Aunque sea repetitivo, luego lo cambiaremos.

Bases rítmicas
Ahora deberías establecer una base rítmica sólida, compacta y bien cuadrada. Nos centramos en la/s pistas de batería. Consiguiendo un tempo perfecto (si es preciso con ayuda de cuantización, que es lo más recomendable).

Es importante que trabajes las intenciones y ataques de esta/s pista/s. Nos ayudará posteriormente a enfatizar o disminuir intensidades de forma homogénea en todas las pistas.

Bajos
Ahora podríamos dedicarnos a la grabación del bajo. Ten en cuenta que las filigranas en todas las pistas, y muy especialmente en las bases rítmicas (melódicas), harán “bulto” y limitarán los arreglos melódicos de otros instrumentos. Todas las pistas con gracias melódicas estresantes convierten el tema en un caos (más cuando no eres un monstruo interpretativo). En resumen, te recomendamos establecer un bajo compacto y que cumpla su función de apoyo. Procurando los empastes con los bombos y una sensación rítmica ordenada.

Colchones
Para complementar esta base puedes pasar ahora a los “colchones o camas”. Secciones de cuerda, teclados, guitarras acústicas rítmicas, etc. Busca igualmente la consecución de empaste, de una base bien cuadrada. Los arreglos melódicos vendrán después. Tu destino es conseguir una buena base que no distraiga y esté bien consolidada. Cuida las intensidades de todas las pistas, de modo que no existan notas estridentes y que el resultado sea lo más homogéneo posible (dentro de los matices de tu tema, lógicamente).

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Ahora pasamos a la fase tal vez más divertida. Se hace divertida si lo que has grabado antes está bien, si te procura seguridad y te permite tocar de forma cómoda el resto de pistas. Si algo va mal, borra y repite hasta conseguir una base potente.

Grabación de instrumentos más finos, melódicos y/o que añaden matices. Guitarras eléctricas, secciones de cuerdas, metales, vientos, coros, etc.

Voces
Finalmente, pasamos a las voces y tema listo.

Como puedes suponer esto es un resumen drástico de un proceso de grabación. Podríamos extendernos infinitamente sobre cada apartado. Supongo, por otra parte, que cada “maestrillo tiene su librillo” y hay, por tanto, muchas formas de enfrentarse al reto. En cualquier caso, debes intentar que el tempo esté cuadrado, que las pistas que vas añadiendo queden bien grabadas (hablo de interpretación, intención, etc.), que no existan cambios drásticos de volumen por pistas y partes, si no es de una forma intencionada por “crecimiento” del tema. Como última recomendación, añade pistas que aporten algo, las confusas que se pierden no valen, e intenta que todo lo que grabas sea nítido y claro.

Suerte y a por todas.

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