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JBL LSR4328P. La evolución lógica de la serie LSR.

La compañía JBL Pro, integrada en el mastodóntico grupo Harman, de la que también forman parte compañías como AKG, BSS, DBX, Lexicon o Soundcraft, por citar solo algunas, se dedica al diseño y fabricación de altavoces y recintos acústicos desde hace más de 70 años, aunque no fue hasta 1955 cuando lo hizo bajo la marca JBL (para los aficionados a las curiosidades recomiendo la lectura de la historia de la compañía, que puede encontrarse en su página electrónica). Tal longevidad en su actividad industrial, junto al hecho de que casi el 70 % de los recintos profesionales están equipados con productos suyos (según datos de la propia empresa) nos puede dar una idea de la enorme reputación de la que hacen gala. En esta ocasión, el encargado de defender, por sus cualidades, el honor de la marca es el hermano mayor de la nueva serie de monitores digitales de estudio de campo cercano bi-amplificados: los LSR4300.

LSR + RMC= Control Total
Las siglas LSR son el acrónimo de Linear Spatial Reference (referencia espacial lineal) y ponen nombre a una tecnología de JBL por la que consiguen una escucha plana en el punto de mezcla, dentro de un margen de desplazamiento con respecto al eje de +/- 30º horizontales y +/-15º verticales. Esto redunda en una escucha neutral de las medias y altas frecuencias, más dependientes de la posición que las bajas.

La serie 4300 es la tercera generación de monitores de estudio que incorpora esta tecnología. No es, sin embargo, la única que ha añadido JBL a estas cajas con la intención de minimizar el impacto de una sala de escucha "imperfecta". Estos monitores llevan un procesador interno que ejecuta la segunda generación de la tecnología RMC o Room Mode Control (control de los modos de la sala) que, junto con el micrófono analizador, que se incluye en el pack de la pareja de monitores, permite analizar la respuesta de la sala a las bajas frecuencias (hasta 150 Hz), detectando los modos primarios que pudieran existir, para compensarlos mediante la aplicación de una corrección de EQ. Además, controla el nivel de cada monitor para ajustar las diferencias que se perciben en el punto de escucha y así balancear la mezcla.

A diferencia de la primera generación del RMC, todo este proceso se realiza automáticamente y de forma elegante gracias a otra gran aportación del fabricante a estos monitores: el protocolo HiQnet de Harman. Se trata de un protocolo de intercomunicación que permite gestionar de forma coordinada todos los monitores de una instalación (estéreo o multicanal) conectándolos entre sí mediante cables de red estándar CAT5 con terminales RJ45.

Cada monitor dispone de dos puertos HiQnet, que deben estar ocupados por el cable que conecta con otra caja o por una terminación RJ45, que se suministra con los monitores. En el panel trasero de las cajas se encuentra un conjunto de micro-interruptores con los que debemos indicar la posición que ocupa cada monitor dentro de la sala de escucha (si es frontal-izquierdo, central, etc.).

Con todas las cajas de nuestra configuración intercomunicadas mediante los cables red (y encendidas), el micrófono situado verticalmente en el punto de escucha y conectado a la caja identificada como "frontal-izquierda", podemos dar paso al análisis con sólo mantener presionado, durante unos 5 seg., el botón RMC del panel frontal de cualquier monitor.

En breves momentos (un tiempo realmente sorprendente para un análisis de este tipo) el sistema calibra de forma coordinada todas las cajas, compensando las deficiencias acústicas que pueda presentar la sala, y asegurando una escucha que haga justicia al material que estamos mezclando. Volviendo a presionar el botón RMC podemos hacer un bypass y así volver al estado inicial, y volver de nuevo al modo RMC presionando el botón otra vez.

Es aconsejable estar lejos de las cajas en el momento del calibrado, tanto por evitar posibles interferencias como para evitar el daño acústico que pueda producir el barrido de onda senoidal que emiten los monitores durante el proceso. El sistema nos da unos 5 seg. desde que presionamos el botón hasta que se inicia la secuencia, suficientes para alejarnos unos metros.

Control remoto
Uno de los argumentos de venta en el que más insiste JBL a la hora de hablar de la serie LSR4300, es que se trata de unos monitores de estudio digitales orientados a estudios basados en ordenador (y por ende, en el audio digital). A parte de las mencionadas tecnologías que asisten al usuario a generar una es-cucha fiable en su entorno de trabajo, los LSR4300 vienen con un mando a distancia que controla toda la gestión de los mismos: el volumen general del sistema de monitores, la activación y de-sactivación del RMC, las correcciones en +/- 2 dB en altas y bajas frecuencias, las curvas de EQ personalizadas, la función solo para cada monitor individual, la DIM que disminuye en 12 dB el volumen (si el volumen total del sistema está configurado al máximo) y la selección de la fuente de entrada a ser amplificada.


Muchas de las funciones sólo replican lo que se puede hacer desde los botones del panel frontal de cada monitor pero cómodamente desde el punto de escucha. El frontal de las cajas presenta, además, unas barras de leds que indican el nivel de señal, a la vez que sirven de guía para algunos de los ajustes de ecualización. Desde este punto de vista, este sistema evita la necesidad de una unidad de control de la monitorización en aquellos recintos donde todo se hace dentro de un ordenador.

Además de todo lo mencionado, las cajas cuentan con un puerto USB con el que conectarlas a un ordenador (PC o Mac) y poder controlarlo todo desde él a través de la aplicación Control Center Software (hay que conectar el cable USB al monitor que esté actuando como monitor izquierdo, como el micrófono analizador). Se trata de un programa que facilita, todavía más, la gestión del sistema y el almacenaje de los ajustes de usuario, por si trabajamos con estas cajas en más de un entorno. Me permito insistir en que todo esto es posible gracias a la intercomunicación que el protocolo HiQnet permite.

En el apartado de conexiones de audio los LSR4300 también se lucen. Disponen de entradas analógicas en XLR y jack TRS ¼" con selector de nivel de entrada (+4dBu / -10 dBV). La señal que entra es dirigida internamente a los convertidores A/D de 96kHz y 24-bit. También disponen de entradas digitales de alta calidad en formatos S/PDIF phono y AES/EBU monitorizables independientemente, pudiendo tratarse de frecuencias de 96, 88,2, 48, 44,1 y 32 kHz y resoluciones de hasta 24 bit. También disponen de salidas digitales para la conexión con su par estéreo correspondiente (el cable que viene de la fuente de sonido debe conectarse al monitor izquierdo… ¿les suena?). Para acabar, en el panel trasero se hayan unos LEDs que indican cuál es la entrada activa en cada momento.

A prueba
Los monitores que recibí de EARPRO para el banco fueron los LSR4328P, los mayores de la serie. Tienen un cono de graves de 8" y un tweeter de 1", ambos apantallados, cada uno de ellos con su propio amplificador de 120 y 70 W respectivamente, más un puerto reflex trasero.

En ambos transductores el imán es de neodimio, en el caso del tweeter con el disipador de calor integrado. El cono de graves es de polímero cubierto de fibra de papel y en el agudo la cúpula es de seda. La respuesta en frecuencia se extiende desde los 50 Hz hasta los 20 kHz (+/- 1,5 dB), aunque baja hasta los 43 Hz a -3 dB. El crossover se haya a 2,6 kHz y es de 4º orden en ambos sentidos. Presenta un SPL sostenido de 106 dB y de 112 dB en picos a 1 m, lo que es, francamente, una cifra muy aceptable, pero no récord en monitores de este tamaño.

Como característica habitual en la series LSR, las cajas disponen de unas asas integradas en los laterales, que hacen muy cómoda su manipulación. A título informativo, decir que esta serie se completa con el monitor LSR4326P de similares características, pero con un cono de graves de 6,25" y con el subwoofer LSR4312SP con un cono de 12" e imán de ferrita.

Los monitores vienen presentados en una caja que incluyen una pareja de LSR4328, dos cables de conexión a la red eléctrica, un par de cables ethernet CAT5, la documentación (excelente, auque sólo en inglés) y una caja que contiene el micrófono analizador con su pinza (que curiosamente no presentaba el habitual adaptador de rosca pequeña), el mando a distancia con las pilas, dos terminaciones RJ45, el cable USB tipo 1 y un CD con la aplicación Control Center Software sólo para PC; aunque una rápida visita a la Web de JBL Pro me permitió en un momento descargar la versión para OSX de Mac.

Conecté las cajas (conexión analógica) al equipo en la salidas alternativas de monitorización, para poder ir haciendo una comparación A/B en todo momento. Lo primero que hice fue probar el sistema RMC, coloqué el micrófono en un pie, a la altura del punto de escucha. Lo conecté a la correspondiente caja (que ya estaba conectada a la pareja vía HiQnet), las encendí y presioné el botón de calibrado.

Primera sorpresa, la calibración no tardó más allá de 20 seg. Segunda sorpresa, más importante, la efectividad el sistema. La calibración se "ajustó" realmente a la sala, haciendo que la escucha de un material rico en graves y medios-graves fuese más definida y detallada con el RMC activado que en bypass. En todo caso, las cajas se mostraban un poco perezosas, prueba inequívoca de que necesitaban un tiempo de movimiento para alcanzar la elasticidad necesaria para reproducir los transitorios con la celeridad que uno espera.

Mientras iba escuchando un material muy complejo sonoramente (instrumentos acústicos tradicionales compitiendo con instrumentos eléctricos, en formación tipo rock) instalé el software de control, lo que resultó ser un juego de niños. Se instaló, arrancó y funcionó a la primera. Debería ser así siempre y yo no debería destacar este hecho, pero todos sabemos que nos suele ser lo normal. Desde el programa se puede controlar todo el sistema de cajas, cambiar parámetros, EQs, y almacenar configuraciones. Es mucho más que un mando a distancia, especialmente por las capacidades gráficas y de almacenamiento.

Al cabo de unos 40 min. de estar funcionando, la torpeza inicial que parecían tener desapareció, lo que hizo aparecer el sonido característico de las cajas JBL. Tuve la ocasión de asistir al banco de pruebas que se realizó pa-ra esta publicación, hace ya al-gún tiempo, sobre las LSR6328. Y todo lo que en su momento se escribió, y subscribí, vuelve a ser válido para esta serie que ahora nos ocupa. Tienen un sonido directo, claro, detallado. Los agudos están presentes sin ser nunca chillones, quizás incluso algo cobardes, pero tremendamente agradables, y los graves potentes, redondos y especialmente definidos.

La siempre conflictiva zona de los medios, donde tan fácilmente puede aparecer el sonido nariz, presentaba con claridad todos los matices de los instrumentos que peleaban por salir de entre la mezcla. Y, sobretodo, la peor zona para cualquier instalación que no se haya dejado una fortuna en estudios y aplicaciones acústicas, es decir, los 100-250 Hz, llenos de matices y ausentes de esas extrañas bolas, que se dan como resultado de las interferencias entre el material sonoro y la respuesta de la sala a tal material. Fue notable, también, el margen de movimiento que se tiene sin perder la imagen estéreo.

Conclusiones
Las LSR4328P suenan muy bien. Yo me acostumbraría a ellas en poco tiempo, quizás sólo las corregiría de agudos, pero hay que tener en cuenta que trabajo habitualmente con monitores que "vienen del norte" y tengo su brillo somatizado. Sin embargo, las LSR6328 ya sonaban muy bien, incluso me atrevería a decir que me gustaron aun más que éstas. Entonces ¿qué valor tienen sobre la serie anterior? Pues el hecho de que disponen de herramientas que se adaptan mejor al mundo hacia el que nos dirigimos, si es que no estamos ya de lleno en él… Un mundo en el que muchos tendrán todo el estudio dentro de un ordenador y en el que el dinero para la adecuación de una sala no sobrepasará el coste de una buena mano de pintura.

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