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JBL vs. GENELEC. Configuraciones 5.1.

Desde los albores de esta industria a la que nos dedicamos o somos aficionados, dos de los leitmotiv que han dirigido los esfuerzos en investigación y desarrollo de los equipos que se han ido utilizando a lo largo de los años han sido: conseguir la mayor fidelidad en la captación de los sonidos y su posterior reproducción, y conseguir que ésta informase, a su vez, de la situación en el espacio de los sonidos grabados. De los sistemas monoaurales se pasó a los sistemas estéreo y, con el tiempo, a los sistemas multicanal, conocidos también como sistemas de sonido envolvente o surround. Cabe destacar que el motor de toda esta revolución ha sido la industria del cine, en donde se desarrollaron sistemas de sonido surround con un cierto número de canales de audio independientes, que permitió una experiencia de visionado incomparable, con efectos y bandas sonoras atravesando la sala de un extremo al otro.

Como curiosidades que uno puede encontrar husmeando un poco por la red, comentar que una de las primeras producciones que incorporó sonido envolvente fue “Fantasía” de Walt Disney (1941), que utilizó cuatro canales de audio. Con el paso del tiempo el número de canales independientes fue aumentando, su ámbito de uso pasó también a ser el de los hogares con la aparición de los llamados home cinemas, y la música también hizo suyo el sistema, tanto para grabaciones de directos como para producciones de estudio (aunque de forma menos frecuente).

Sonido Multicanal
El sistema más común de sonido envolvente es el conocido como 5.1, que está regulado por la norma ITU-R BS 775 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en la que hace referencia a un sistema estéreo 3/2 con tres canales frontales L, C y R (izquierda, centro y derecha) y dos canales traseros Ls y Rs (izquierda surround y derecha surround). Opcionalmente, contempla la posibilidad de extender la reproducción de bajas frecuencias con la adición de un sexto canal independiente a tal efecto. La compatibilidad con sistemas con un menor número de canales está asegurada, pudiendo ser reproducido en sistemas estéreo de dos canales e incluso monoaurales (por una matemática en la decodificación de los canales que no tiene mayor interés en este banco).

Esa norma también regula la disposición ideal de todos los altavoces para una escucha óptima. Estableciendo una circunferencia imaginaria en la que el usuario se situaría en el centro, teniendo frente a sí los 0º, los altavoces se distribuyen de manera que el altavoz L está a -30º sobre la línea de la circunferencia, el C en 0º, el R en +30º y los Ls y Rs en -110º y +110º, respectivamente. Esta situación, con el sujeto sentado justo en el centro (el llamado sweet spot o punto óptimo) permite que reciba los sonidos desde altavoces que están situados a la misma distancia, con lo que no percibiría retrasos ni desfases entre las señales que reproducen los distintos transductores. No hace falta decir que la altura de todas las cajas debería ser la misma (con un pequeño margen de maniobra) y ésta ser, aproximadamente, la altura a la que se encuentre la cabeza del espectador.

Como se puede intuir de todo lo anterior… ya empiezan los problemas. Habilitar una sala de un hogar cualquiera siguiendo todas estas recomendaciones no está al alcance de todos. Ni por medios, ni por conocimientos y, fundamentalmente, porque a muchos se les antoja una exageración que para ver una “peli” o la grabación de un concierto en directo se tenga que condicionar la ubicación del mobiliario del salón donde se halle el home cinema. ¡¡Si ni siquiera es frecuente ver un par estéreo bien colocado!! Afortunadamente, muchos de los equipos que están en el mercado hoy en día permiten introducir unos tiempos de retardo en la señal que llega a los altavoces (de forma individual) para ajustar las diferencias en las distancias entre ellos y el punto de escucha.

Para acabar con esta introducción al sonido multicanal, mencionar que son dos los formatos de sonido 5.1 del mercado: el Dolby Digital y el DTS Digital Surround, que, sin entrar en mucho detalle, difieren entre sí en el modo que codifican los seis canales de audio. Como resultado, son diferentes las tasas de transmisión de datos por segundo (en favor del DTS), lo que hace a vista de algunos expertos que sea un sistema de mayor calidad. A favor del Dolby Digital está su universalidad en todos los DVD comerciales.

Tanto un sistema como el otro tienen formatos superiores como evolución de los anteriores, en los que se añade un canal más, hasta el 6.1, que alimenta al altavoz que se situaría en posición central trasera. Se trata de un canal virtual, ya que no se corresponde con un canal de audio independiente, sino que se genera a partir de la información de los canales Ls y Rs, en el momento de la decodificación del audio del DVD por parte del receptor. Son los formatos conocidos como Dolby Digital EX y DTS Extended Surround (DTS-ES), con los que se conserva la compatibilidad ascendente.

La evolución no para y, con el advenimiento de la televisión de alta definición (HDTV) y sus soportes asociados con mayor capacidad de almacenamiento (HD-DVD y Blue Ray), se están desarrollando nuevos formatos de audio multicanal, con mayor numero de canales de audio independientes, mayores tasas de transferencia y, en definitiva, mayor calidad.

Y nosotros, como parte del negocio, debemos estar preparados para generar el material sonoro de forma adecuada, para que éste se incorpore en el formato que sea y que el consumidor final lo reproduzca de la manera más fiel posible a lo que se pretendía. Sin lugar a dudas, debemos disponer de un sistema de escuchas envolvente que nos guíe y que nos permita emular lo que se producirá en una sala de visionado comercial o doméstica. Hoy ponemos a prueba dos buenas propuestas para entornos de trabajo medianos; una de JBL y otra de GENELEC.

Bass Management
Antes de comentar las impresiones de los dos sistemas vamos a introducir un concepto relativo a cómo suelen gestionar el sonido multicanal los sistemas domésticos. La parte más crítica de la colocación de los altavoces es la que afecta a la percepción de los graves. En principio, los cinco altavoces del 3/2 pueden funcionar a full-range, es decir, reproduciendo todo el espectro audible, si es que son capaces. Dado que una ubicación no estudiada de cinco fuentes sonoras, reproduciendo bajas frecuencias, puede provocar graves problemas de desfase, se podría llegar a dar la circunstancia de cancelarse parcial o, incluso, totalmente.

Una manera de evitar este problema, sin tener que volverse loco mirando para encontrar las ubicaciones idóneas, es utilizar el sexto canal, el destinado a las bajas frecuencias, que es el que se usa en cine para enviar los efectos de muy baja frecuencia e incrementar la sensación de realismo en explosiones, terremotos y toda suerte de efectos similares. Recibe, por ello, el nombre de LFE (Low Frequency Effects) y es reproducido por un subwoofer. En música se encarga de reproducir las partes más graves de la mezcla. La idea es que, dado que las frecuencias graves son apenas direccionales, no es necesario que el resto de canales se encarguen de reproducirlas, dejando todo ese trabajo al LFE, que recibe la señal que se va a reproducir desde el receptor, en él se encuentra lo que se acostumbra a llamar un sistema de bass management (sistema de gestión de graves).

En realidad, el bass management puede encontrarse en el equipo receptor o en el subwoofer, y también se comercializan unidades independientes que realizan esta gestión externamente. Suele ser un sistema activable por el usuario y ligeramente modificable (si se filtran o no los satélites, la frecuencia de corte). En esencia, el sistema actúa cuando está activado, filtrando la señal que va a los cinco canales (frontales, central y traseros) con un paso alto, a una frecuencia que suele ir de los 80 Hz (como en el caso del estándar THX) a los 120Hz y, simplificando, enviando el resto de la señal al subwoofer. Como gran parte de los equipos actuales trabajan de esta manera, es importante que nosotros, los responsables de la mezcla, podamos monitorizar cómo funcionará nuestro material en un equipo doméstico con el sistema de gestión de graves activado. Esto, como veremos más adelante, es parte fundamental de los dos equipos que van a pasar por nuestro banco de pruebas: ambos incorporan un sistema de bass management.

Sistema JBL: LSR4328P y LSR4312SP
Se trata de unos monitores que son viejos conocidos nuestros. La línea LSR de JBL ha sido profusamente puesta a prueba desde las páginas de esta revista, tanto la familia LSR63XX como la LSR43XX. Sin ir más lejos, yo mismo realicé un banco del modelo LSR4328P en configuración estéreo, del que salió muy bien parado . Sin entrar en el detalle expuesto en el mencionado artículo, sí merece la pena recordar las características fundamentales.

El LSR4328P es un monitor bi-amplificado con un cono de graves de 8” y un tweeter de 1”, con amplificadores de 120 y 70 W, respectivamente, y que participa de los beneficios de tres tecnologías propias de JBL, como son el LSR (Lineal Spatial Reference), que busca el garantizar una escucha plana dentro de una ventana relativamente grande (±30º en horizontal y ±15º en vertical), el RMC (Room Mode Control) de segunda generación, con el que adaptar la respuesta del monitor a la sala donde se ubique, y el protocolo de intercomunicación de todos los monitores, llamado HiQnet. Se pueden interconectar entre sí hasta ocho cajas en una sala, mediante cables de red ethernet estándar RJ45, puenteando de una caja a otra y colocando las dos terminaciones en los extremos. Una vez conectadas las cajas entre sí, e indicando qué situación ocupa cada caja en la configuración (si es L, C, R, etc.) a través de unos micro-interruptores situados en el panel trasero, y conectando a la caja frontal izquierda un micrófono RTA (Real Time Analyzer), podemos ejecutar el RMC y comprobar maravillados cómo, de forma automática, las cajas aplican una corrección de EQ para adaptarse a las imperfecciones de la sala y corrigen los volúmenes parciales de cada monitor para que, en el punto donde hayamos colocado el micrófono, se obtenga una escucha óptima.

Todo esto, si ya significaba una gran ayuda para la configuración y puesta a punto de un sistema estéreo en una sala sin costosos estudios acústicos, adquiere el grado de fantástico, dada la complejidad de la instalación de un sistema 5.1. Además, todo el sistema puede ser controlado a través de un mando a distancia, pudiendo acceder a todas las opciones de configuración que permiten las cajas (roll-off de graves, atenuaciones de graves y agudos, función DIM, curvas de EQ personalizadas…) y lo que es más, puede ser conectado vía USB a un ordenador que, mediante un software específico suministrado por JBL, llamado Control Center Software, permite gestionar todo desde él, con las ventajas que suponen, por ejemplo, poder almacenar memorias de usuario.

Aparte de los cinco monitores LSR4328, que ocupan las posiciones frontales y traseras, el sistema se completa con un subwoofer de la misma familia, el LSR4312SP, y comparte con el resto de sus miembros todo lo anteriormente expuesto, más alguna particularidad que ahora veremos. Se trata de un subwoofer autoamplificado (450 W) con un cono de 12” con motor de neodimio y cono de polímero de papel, con una respuesta en frecuencia que va desde los 27 Hz a los 250 Hz, un crossover digital asociado al bass management seleccionable a 50, 80 ó 120 Hz, y de 4º orden (24dB/octava). El panel trasero presenta todas las entradas y salidas analógicas y digitales de audio, los dos conectores RJ45, una conexión USB, un conmutador para seleccionar el nivel de señal de entrada (+4 dBu, -10 dBV), un interruptor para incrementar en 10 dB la ganancia del subwoofer, un grupo de microinterruptores (para seleccionar las entradas digitales, cambiar la polaridad e informar al sistema si existe un segundo subwoofer) y, finalmente, un conjunto de leds indicadores de la entrada y el canal digital que están siendo usados.

Como os habréis dado cuenta, he hablado de entradas y salidas de audio, y es que es en el LSR 4312SP donde reside el ordenador que gestiona el bass management, de manera que las seis señales que enviamos a nuestro sistema de monitorización pasan por esta unidad, y de ahí a cada uno de los monitores correspondientes. De esta manera podemos tener referencia de cómo sonará nuestro material en un equipo doméstico con tan solo ir activando o desactivando el modo bass management desde nuestro mando a distancia u ordenador.

Sistema GENELEC: 8030A y 7060B
De la misma manera que antes, la serie 8000 de GENELEC también ha pasado por estas páginas. Concretamente los modelos 8050A y 8040A han sido objeto de bancos de prueba por mi parte, y por la de nuestro colega y colaborador, Ramon Sendra. El modelo 8030A es el inmediatamente inferior, siendo también bi-amplificado, con un cono de graves de 5” y un tweeter de ¾”, con amplificadores de 40W para cada transductor, y con el crossover situado a 3 Khz. Comparte diseño de formas redondas con todos los miembros de la familia, junto con las dos tecnologías que representan el valor de estos monitores. Nos referimos al MDE (Minimum Diffraction Enclosure o recinto de mínima difracción) y al DCW (Directivity Control Waveguide o guía de ondas para el control de la directividad). El primero hace referencia al diseño curvo del recinto, que evita que la reflexión de la señal, por el rebote con la propia estructura, genere más de un foco de sonido, con los problemas de definición que conlleva. La segunda tecnología se aplica a la forma que tiene el receptáculo para el tweeter (una pequeña depresión) generando una mejora en la directividad del sonido, que redundaría en una respuesta en frecuencia más plana del monitor, especialmente en el punto de escucha. También comparte con sus hermanos mayores el diseño curvo del tubo del puerto bass-reflex, disminuyendo la distorsión y mejorando la extensión de la respuesta en graves del conjunto.

En el panel frontal, en la parte inferior, se encuentra el interruptor de encendido y apagado, junto con un control de volumen de la unidad, una característica que delata su orientación hacia estudios domésticos o de producción pequeños, en donde probablemente no se disponga de una consola con su sección de control room.

En el panel posterior, junto a la toma de corriente y en posición horizontal invertida, se hallan las conexiones de audio en XLR, en este caso sólo analógicas. También encontramos un conjunto de micro-interruptores con los que podemos atenuar en 2 dB los agudos a partir de 15 kHz, en 2, 4 ó 6 dB los graves a 100 Hz y, finalmente, aplicar un roll-off de graves a partir de 85 Hz de 6dB/octava, ideal para cuando se usan estos monitores en una configuración estéreo, junto con el subwoofer pequeño de la familia, el 7050A. Sin embargo, para una configuración multicanal que use como satélites el modelo a prueba, la firma GENELEC recomienda el uso del subwoofer 7060B, que es el que recibimos nosotros.

Se trata de una unidad que monta un cono de 10”, con un amplificador de 120 W y con bass-management incorporado, que permite gestionar sistemas 5.1 ó 6.1. El recinto está construido con la tecnología LSE (Laminar Spiral Enclosure o recinto laminar espiral) y se trata de una hoja de metal enrollada en forma espiral y sujeta a una estructura de MDF (un conglomerado de partículas de madera de densidad media) generando un tubo curvado réflex, que proporciona, según el fabricante, un excelente flujo laminar (el aire que mueve el transductor no genera turbulencias) y de un tamaño grande para el global del equipo. El sistema de bass-management se halla en una estructura amortiguada, para independizar su funcionamiento de posibles vibraciones.

En el panel lateral se encuentran las entradas y salidas de audio (todas analógicas) de los seis canales (L, C, R, Ls, Cs y Rs), más la entrada LFE y su salida, para encadenar con otro subwoofer. También encontramos un potenciómetro que ajusta la sensibilidad de la unidad, una conexión RJ11 para el control remoto, un indicador LED de actividad y modo de uso, y un par de grupos de micro-interruptores. Con uno de ellos se puede seleccionar si la unidad gestiona los graves o el sistema trabaja a full-range (y se redirecciona la señal a partir de la frecuencia de corte al monitor central), si se le aplica un filtro paso bajo a 85 Hz o a 120 Hz, si se incrementa en +10 dB el nivel del LFE y el último activa/desactiva el test tone, para una alineación de fase perfecta. En el otro grupo se hallan los microinterruptores, que determinan si se le aplica un roll-off a 85 Hz en tres pasos de -2 dB, y los botones para modificar la fase en pasos de 90º, junto con el uso del mencionado test tone.

A prueba
La verdad es que las pruebas sonoras en sí demostraron lo que ya comprobamos en su momento. Las cajas que hacían las veces de satélites sonaban como esperábamos.

Dado lo diferente que son las LSR4328 de las 8030A no cabe comparación alguna. No era el objetivo. Las de JBL son de un tamaño y potencia como para estar en estudios que necesiten campo cercano con alto SPL, o campo mediano sin demasiadas exigencias de potencia. Las 8030A están destinadas a campo cercano, salas de broadcast y estudios domésticos. En cualquiera de sus respectivos ámbitos son una estupenda elección, por calidad, fiabilidad y sonido. Lo significativo apareció en el momento en que empezamos a valorarlas como parte de un sistema multicanal, en el que añadimos sus correspondientes subwoofers.

Lo primero que hicimos en los dos bancos fue montar el setup físico de las cajas. Las colocamos en las posiciones adecuadas, cableamos el audio desde patch a los subwoofers y, de ahí, a sus respectivos monitores. Cabe destacar que esta operación fue mucho más complicada en el sistema JBL que en el sistema GENELEC, dado que, además, tuvimos que interconectar todas las cajas con los cables ethernet RJ45, configurar los micro-interruptores para informar al sistema de la ubicación de cada una de ellas, conectar el micrófono RTA y el ordenador vía USB a la caja frontal izquierda, instalar el software y realizar el RMC. Claro que el resultado justificó todo el extra de trabajo, ya que sigue pareciéndome impresionante el funcionamiento del RMC, la manera en que ajusta la respuesta de la monitorización a la sala en el punto de escucha (que es donde ponemos el micrófono RTA).

Una vez configurado todo, abrimos una sesión 5.1 del directo de Miqui Puig (de inminente publicación), que grabamos en su momento y que acabábamos de mezclar para el DVD. Esta sesión también contenía una pista estéreo correspondiente a la mezcla para CD, que nos sirvió para ir haciendo comparaciones estéreo-5.1 con las mismas cajas. Enviamos la mezcla a los sistemas con el bass management desactivado, con la idea de que los satélites trabajasen a full-range y que el subwoofer se encargase de extender la respuesta en graves. El resultado fue que en la configuración de JBL adolecía de un exceso de graves y un cierto grado de indefinición allá donde tan importante es definir, entre los 100 y los 200 Hz. En comparación, el estéreo sin subwoofer era más “pequeño”, pero a la vez más inteligible. Jugando con los controles de atenuación de graves conseguimos un cierto equilibrio, pero seguíamos oyéndolo todo un poco “gordo”. Con el sistema de GENELEC, y dado que los monitores son más pequeños, no se tuvo esa sensación tan acentuada, en realidad se agradecía el cuerpo que el conjunto suministraba y, por comparación, una escucha estéreo a través de los 8030A sabía a poco.


Llegó el momento de activar el bass management en ambos equipos. Lo primero que hicimos fue volver atrás todos los ajustes que hicimos en la prueba a todo rango, para partir de cero. Esta acción mejoró notablemente la escucha con las JBL, toda esa indefinición desapareció y, al típico sonido de las LSR4328P, se le sumó una extensión de subgrave, resultando el conjunto realmente agradable. El estéreo sin subgrave se quedaba, en este caso, por detrás. En cuanto a las GENELEC, también desapareció la ligera impresión de exceso de graves; pero cuando acabó sonando de maravilla fue cuando situamos el filtro de corte del subwoofer en 120 Hz, en vez de en 85 Hz, como si así se rellenase de forma más consistente la zona de intersección. Mi impresión es que para mezclar música multicanal junto con el 7060B sería más recomendable usar unos 8040A o, incluso, unos 8050A.

Conclusión
Como mi estudio no es de post-producción de video, no pude comparar los sistemas con otro tipo de material que no fuera el estrictamente musical. Y aunque el terreno natural para el sonido envolvente es el cine, cada vez son más los conciertos en directo que se mezclan en 5.1, e incluso producciones de música electroacústica juegan creativamente con los seis canales independientes. En todo caso, los dos sistemas hicieron muy bien su trabajo, resultaron muy fiables, y el resultado de las mezclas se pudo transportar muy bien al mundo del home cinema. Mi opinión es que lo que los diferencia, más allá de particularidades de coloración, es el segmento al que se dirigen los productos y, fundamentalmente, la increíble facilidad de configuración que provee el RMC en JBL. Aunque ya no será patrimonio exclusivo suyo, ya que GENELEC ha empezado a comercializar la serie 8000 en versión DSP con gran cantidad de opciones de configuración y auto-calibrado. Es aquello de las barbas del vecino…

Y una cosa más. Una vez compruebas el papel que hace el sistema de bass management, a pesar de las limitaciones que plantee, es una maravilla su inclusión en los equipos domésticos, que permite a todo el mundo poder disfrutar sin problemas del sonido envolvente en sus casas.

 

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