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Shure KSM9: convence en directo y en estudio

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capsula shure ks9

Nuestro compañero de tintas Tomás Robisco tuvo la oportunidad de probar en su estudio una serie de micrófonos para aplicaciones profesionales. Entre todo el conjunto de muestras que recibió, destacaba por “diferente” el KSM 9 de Shure. La idea era probar todos esos micrófonos en estudio, pero el KSM 9 difería, básicamente, porque era de mano. ¿Tenía lógica un micro de mano en un estudio? Tomás y yo visitamos la página electrónica del fabricante y ésta nos informó de que el KSM9 es un producto pensado para estudio y directo. ¿Versatilidad o sólo una premisa propagandística?

Puestos a probar toda la amalgama de micrófonos que Tomás tenía que realizar para esta revista, incluimos en las pruebas nuestro KSM9. Y aquí empezaron las sorpresas.
Como ingeniero de directo, sólo desembalar el KSM9 me enamoré de él. Primero por su robusta y excelente construcción, con un chasis de aluminio suficientemente pesado para que ofrezca sensación de resistencia, pero suficientemente liviano para que no moleste o canse. Con un agarre perfecto, quizá le criticaba el uso del metal que podría inducir algún ruido indeseado cuando el cantante llevara, por ejemplo, anillos. Al quitar el protector de la cápsula, segunda magnífica sorpresa: un pequeño conmutador nos permitía seleccionar entre un diagrama polar cardioide o supercardioide. Entre sus especificaciones se informaba de una respuesta en frecuencia muy lineal, capaz de mantener a ralla el efecto proximidad a la vez que ofrecía un control absoluto ante los feedbacks. He aquí esa orientación a lo directo.

Con la ayuda de Lola Gascón, cantante del grupo Lo:La, y con la de Tomás en la mesa de control, sometimos al KSM9 a una sencilla pero efectiva prueba de estudio. A la orden de “¡canta!”, Lola nos confirmó que el KSM9 es una opción tremendamente válida en estudio, aunque no llegue a los extremos precisos de otras propuestas, digamos, más profesionales basados en cápsulas de 1”. Es evidente, pero siempre aparece alguien que se resiste a utilizar un micrófono de estudio o nos propone grabar un conjunto en falso directo. El KSM9 supera con muy buena nota aspectos como el ruido de mano (totalmente inexistente, incluso con anillos) o de cable, y ofrece una señal muy nítida, limpia y coherente. Tomás confirmaba las sospechas al aceptar como válida la toma y plantearse trabajar con ella.

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Pero el mundo del directo suele ser más jodido, y por eso no dudé en sacar el KSM9 de paseo. Tenía la oportunidad de someterlo a un evento en mayúsculas, coincidiendo con las siempre interesantes Fiestas de la Mercè en Barcelona. El escenario, nunca mejor dicho, era la céntrica Plaza Cataluña, con un equipo volado JBL Vertec con consola Midas Hertiage 2000 y toda la parafernalia que acostumbramos a tener a nuestro alcance.

El KSM9 fue montado como micrófono principal para Roger Mas, un cantautor en boga en Cataluña, que destaca, justamente, por su poderosa y profunda voz. Hasta hace poco, él utilizaba como estándar el SM58, aunque le propuse saltar al Beta87, ya que me permitía controlar muchísimo más el efecto proximidad, debido a que la voz de Roger baja mucho, algo que él sabe y explota. El KSM9 cumplió absolutamente con todas mis exigencias.

ShureKSM9

Qué genio en directo
La voz de Roger Mas destaca por su amplia dinámica. Él tiene un buen control de la voz y sabe perfectamente que puede llegar a sonidos graves sin demasiada dificultad. Para el ingeniero de turno esto significa que debe ecualizar muy bien su voz, buscando ese equilibrio perfecto entre el efecto proximidad y la necesidad de no destruir la dinámica del cantante. La compresión se vuelve necesaria en su caso, por lo que, además del efecto proximidad, es muy fácil que la voz llegue a “retumbar” en ciertas frecuencias, sobre todo en sonidos algo guturales.

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La elección del Beta87 solucionaba en parte no sólo que los graves me llegasen a la consola de una manera compacta y controlada, sino que añadían cierto “brillo” en el espectro superior. Con él, podía mantener bien toda la dinámica y respuesta en frecuencia con un ajuste en la compresión bastante suave, dejándole al cantante la posibilidad de regular, todavía mejor, la dinámica en función de lo que estaba cantando. En cambio, incluso con el Beta87, siempre tengo que realizar pequeños ajustes en la ecualización dependiendo de qué tema está interpretando. Algunas veces era interesante potenciar los graves, otras tenía que evitar que la presencia de esos graves quedase enmascarada por el bajo o cualquier otro instrumento que estuviera compartiendo el mismo registro.

Durante las pruebas, lo primero fue aplaudir el excelente nivel de señal y de calidad que el KSM9 ofrece. Sin apenas ecualizar (y eso que el equipo estaba muy mal montado, por lo que los problemas de fase eran tremendos) ya conseguí una respuesta muy buena. De hecho, el KSM9 otorga mucha libertad al ingeniero al permitirle realmente trabajar en la ecualización como un elemento “artístico”, en vez de una solución a los pequeños problemas que cada micrófono ofrece.

En cuanto al espectro grave comprendí que el KSM9 realizaba una tarea magnífica. Era capaz de entregarme todas las frecuencias que hacen de la voz de Roger Mas un algo especial con una linealidad exuberante. Los graves estaban ahí, sin que en ningún momento pensase en el efecto proximidad. Después de ajustar convenientemente el compresor, también noté cómo el KSM9 respondía con eficacia a él. Si quería que el nivel de señal fuera perfecto hasta cierto punto, el KSM lo realizaba como si fuera la cosa más normal del mundo.

El técnico de monitores me comentó que tampoco había tenido problemas en la ecualización del micro. Recibió la misma señal limpia y controlada y se percató de que era realmente robusto ante los acoples. De hecho, tuvo muchísimos problemas con micrófonos estándares como el SM58, pero no en cambio con el KSM9. Podía entregar un buen nivel de señal en la cuña del cantante incluso mucho antes de que éste percibiera síntoma de acople alguno. ¡Qué maravilla!

Ante la avalancha de acoples que, desgraciadamente, suelen ocurrir durante las pruebas (más si el técnico de monitores no es demasiado cómplice en ello), Roger, el cantante, pidió mi presencia en el escenario. Poco acostumbrado a este micrófono, ambos nos preguntamos si algunos acoples eran responsabilidad del KSM9. Es lo que él me preguntó al ver que cualquier comentario que hacía en voz baja incluso a 50 cm del micrófono era reproducido con mucha exactitud en su cuña. Pues no, ni mucho menos.
Con la banda tocando parecía que la voz de Roger con el KSM9 brillara por encima de todo. Está claro que éste era mi objetivo detrás de la mesa, pero no puedo sino que ensalzar las virtudes del KSM9 porque me facilitó enormemente esta tarea. Era muy fácil colocar su voz donde uno quisiera, justamente porque tenía esa señal que todo ingeniero quiere: nivel alto, calidad extrema y versatilidad asegurada.

Conclusión
tomas robiscoDe acuerdo, es verdad que cuesta su dinero, pero lo vale. Es verdad que, por tanto, no es un micrófono que podamos demandar, todavía, en cualquier empresa de alquiler de equipos de sonido (bastante tenemos en conseguir un Beta87). Pero sí es un micrófono que, visto el panorama, podemos comprar y tenerlo en nuestro cajón para utilizarlo cuando queramos una voz precisa y contundente en el escenario. Lo recomiendo ciegamente, y si no me he quedado con él es, simplemente, por que lo haré dentro de poco.

En estudio, Tomás Robisco no dudaría en utilizarlo si el artista quiere un micrófono de mano. Tendrá lo que quiere, mientras que el ingeniero de estudio no deberá renunciar a demasiados aspectos sonoros que sólo conseguiría con micrófonos de mayor calidad, construcción y diseño. Pocas veces un micrófono de mano y vocal ha conseguido seducir por igual a un ingeniero de estudio y otro de directos. Por algo será.

 

 

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