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Washburn WI200PROE, porque PRO es algo más que tres letras

Nos gusta la tralla. O al menos, eso debieron pensar los diseñadores de nuestra nueva invitada. En lo que al panorama metalero moderno se refiere, Washburn ha estado siempre al pie del cañón (véanse Dimebag Darrell, Scott Ian o Dan Donegan, por ejemplo). Ante nosotros tenemos una seis cuerdas de oscuro aspecto, que va a dar que hablar en la escena metalera contemporánea: Washburn WI200PROE.

Una nueva apuesta de Washburn (junto con su hermana, la WI200PRO), de ofrecer un instrumento de nivel profesional para guitarristas de metal, a un precio propio de las gamas medias, con ciertos detalles y matices que marcan la diferencia. Veamos pues, si realmente merece la pena y la guitarra grita con la rabia propia del metal cuyos efluvios empiezan a emanar del embalaje antes de abrirlo. Procedamos a impregnarnos de su aroma.

Advertencia: absténganse bluseros y los que cultiven pop.

Desenfunda, forastero
Nada más desembalar, me he llevado una sorpresa, cuando menos agradable: la guitarra va de serie acompañada de una funda fuertemente acolchada y de una llave Allen. Además, va equipada con cuerdas Vinci del 0.010. Pueden resultar prescindibles, pero son pequeños detalles de agradecer, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte de los fabricantes no los incluyen en este rango de precios.

Tras desenfundar y comprobar la tarjeta de garantía, cojo la guitarra por el mástil, y de nuevo se dibuja una sonrisa en mi rostro, pues la guitarra es bastante liviana, y según mi tacto, bastante equilibrada. La práctica totalidad de la apariencia de la guitarra, vista de frente, es negra, con acabado mate, su electrónica es activa y la apariencia en conjunto es un mestizaje entre SG y Les Paul (aunque tiene más de SG). Todo ello sugiere de forma anticipada que el estilo al que está enfocado es especialmente duro (derivados de rock y metal).

Analizando componentes
Demos un paseo por la guitarra antes de hacerla sonar, para ver a qué nos estamos enfrentando. Como diría Jack El Destripador, vayamos por partes:

Madera: cuerpo y mástil
El cuerpo de la WI200PROE está construido con caoba; una elección acertada, pues teniendo en cuenta que la caoba enfatiza las frecuencias bajas, la hace adecuada para ciertos estilos metaleros modernos. Además, como veremos en adelante, complementa bien con la electrónica.
En cuanto al acabado, hablamos de una gruesa capa negra mate de poliéster. Si bien este acabado puede resultar menos atractivo que el satinado, pienso que está acertado, pues presenta una fuerte resistencia a las huellas y a los arañazos. Ni que decir tiene que el tacto resulta más sedoso y permite un desplazamiento suave.

Respecto al mástil, está fabricado con arce en dos piezas (la segunda corresponde a la pala), de construcción atornillada sobre el cuerpo (bolt-on), y acabado natural muy fino. Un mástil fino, cuyo diapasón de veintidós trastes tamaño jumbo está construido con palorrosa, con incrustaciones de punto (tanto en el borde como en la parte anterior), y sin binding. Respecto a la escala, corresponde a 24,75”, como esperaba.

En cuanto a la pala, presenta en su parte frontal un acabado idéntico al del cuerpo, con el logo de Washburn en blanco; el extremo superior del alma queda protegido por una placa multicapa, con el nombre del modelo de la guitarra inscrito. Cabe destacar que la cejuela incorpora el sistema de compensación de afinación Buzz Feiten.

Hardware: clavijero y puente
¿Qué mejor para una guitarra que pide a gritos ser tocada salvajemente que un acabado en negro y estabilidad de afinación? Algo así he imaginado antes de enchufar esta pequeña. Cargada con un clavijero Grover de dos hileras, con ratio de afinación de 18:1, y un puente tune-o-matic (por supuesto, acabado en negro), la cosa pinta bastante bien. Por otra parte, los trastes están bien montados.

Un hardware duro, tanto en apariencia como en ejecución.

Electrónica: pastillas y potenciómetros
Éste es, sin duda, el epicentro de este terremoto guitarrero. Dos pastillas EMG activas, una 81 en puente y una 85 en la posición del mástil, lo cual deja bien claro el enfoque musical de nuestro huésped. Para hacer esta guitarra más afín a la estética SG, presenta dos potenciómetros de tono y dos de volumen, además del selector de tres posiciones. Algo a destacar es que el selector es bastante suave al tacto, no provoca zumbidos (algo que en algunas SG sí he notado), y los potenciómetros son bastante sensibles, por lo que al mínimo roce variamos los parámetros respectivos. Esto puede ser una ventaja o un inconveniente, según nuestro modo de tocar.

Puede resultar obvio, pero no viene mal recordar algo: estas EMG’s no son duales, y sólo pueden emplearse en modo “humbucker”, con ambas bobinas en serie. No obstante, en una guitarra de estas características, tan enfocada al metal, no encuentro necesaria tal posibilidad.

Si observamos la parte posterior del cuerpo, localizamos la placa protectora de la circuitería de los potenciómetros, y un compartimiento para alojar la batería de 9 V que alimenta las pastillas.

Como siempre, no puedo resistirme a destripar una guitarra cuando la pruebo, pues cuando una guitarra flojea en construcción y/o acabados, a menudo tiene su talón de Aquiles en sus entrañas.

Destornillamos la placa y, para mi agrado, descubro una circuitería impoluta, con sus cables ceñidos por una pequeña correa de plástico.

Por otra parte, la guitarra está bien acabada por dentro, eso sí, con un acabado más fino que en la parte externa del cuerpo (lo cual es lógico, teniendo en cuenta que es una zona que apenas va a sufrir desgaste). Ello es destacable, pues he observado interiores de guitarras americanas de marcas célebres que descuidan bastante este aspecto.

Dicho esto, procedamos a pelearnos con el sonido.

Tomando posiciones: fase 1, sin enchufar
Ésta es una fase que se obvia en muchas ocasiones y que, sin embargo, yo considero imprescindible. Ante todo, comprobemos qué posturas resultan más cómodas a la hora de tocar con esta guitarra. Los que estéis acostumbrados a tocar sentados, apoyando el cuerpo sobre la pierna izquierda (entre los que me incluyo), es posible que os sintáis algo incómodos con ella. Sin embargo, si apoyáis sobre la pierna derecha, la guitarra se adapta bastante bien. Eso sí, estoy hablando en perspectiva de un diestro, por lo que los zurdos debéis aplicar esta explicación a la inversa. Sin embargo, donde realmente gana esta guitarra es colgada sobre nuestros hombros. Ello es un tanto a favor en el escenario.

Ahora sí, estamos listos para tocar. Probamos primero con progresiones de acordes en diferentes tonalidades, y me ha sorprendido algo: no esperaba que la resonancia del cuerpo fuera tan elevada en una guitarra de este precio. Otro punto a favor. No obstante, y aunque el puente es estable y mantiene la afinación, si se toca apoyando sobre el puente como referencia, tal vez resulte algo incómodo, pues los cantos de las silletas son algo afilados, y al mover la muñeca roza con ellos, algo que no me ha sucedido con otros puentes tune-o-matic.

El tacto es realmente exquisito, muy suave, y es posible tocar con las cuerdas bastante ceñidas al diapasón, algo que se debe considerar teniendo en cuenta que el puente es un tune-o-matic, y que el diapasón no es completamente plano, pero sí bastante. Respecto al alcance de los trastes, llegamos al veintidós sin demasiado problema, aunque hay que torcer un poco para tocar este último adecuadamente. Por supuesto, y tras comprobarlo mediante ejecución de escala cromática, no se dan cerdeos en una acción medio-baja.

En cuanto a octavación/afinación, lo cierto es que esta guitarra es bastante estable, pues tras pasar tres días, después de hacer el quintaje, abandonada en su soporte sin ser perturbada, se mantiene afinada prácticamente como la había dejado la última vez. Los Grover son realmente efectivos, así como una buena construcción de la cejuela.

Sobre el sistema de afinación Buzz Feiten
La mayoría de las guitarras Washburn de gamas media y superior presentan este sistema, que contribuye a la estabilidad. Muchos músicos me han confesado que no saben exactamente en qué consiste, así que, si algunos sentís lo mismo, atentos. El nombre se debe al músico/luthier que lo inventó, Howard “Buzz” Feiten. Al tener problemas de afinación en sus instrumentos, consideró la idea de modificar la altura de la cejuela, pero no terminó ahí: se le ocurrió aproximar la cejuela al puente, sobre todo en la primera cuerda, con lo que quedaba ligeramente oblicua en relación a los trastes. Es obvio que, una cuerda apoyada en dos puntos (en nuestro caso, cejuela y puente), tiene una solución de compromiso cuanto más cerca de dichos puntos es presionada.

Consumido por la curiosidad, Feiten revisó la regla empírica del 18, de ubicación de los trastes. Como ya se sabía por entonces, esa regla no es exacta, pues en el primer traste no se dan diferencias audibles (una centésima de semitono), pero conforme recorremos el diapasón, el error se incrementa progresivamente, llegando a ser de unas 20 centésimas al llegar al traste 19. Esto último ya es audible, del tamaño de una coma, matiz que, por ejemplo, en la música turca implica un cambio de modo. Por lo tanto, los últimos trastes (los agudos) son “ligeramente bajos”.

¿Interesante, verdad? Eso mismo le resultó al Sr. Feiten, y llegó a la conclusión de que las cejuelas de todas las guitarras estaban en el lugar equivocado. Por ello, se dedicó a revisar los sistemas de afinación y adaptarlos a la guitarra, basándose en el sistema temperado de afinación de pianos.

En resumen, primero hizo modificaciones en la cejuela, y luego adoptó una serie de compensaciones a la hora de afinar, para aplicar a cada cuerda (salvo la primera cuerda -mi en afinación estándar-, que no requería de compensación, ya que era tomada como referencia).

Nota: la relación interválica que tiene el mi respecto al resto de las notas, difiere si afinamos con un afinador eléctrico tradicional. No obstante, hoy día casi todos están construidos para abordar este problema.

Conviene recordar que una guitarra nunca sonará afinada al 100%, por las limitaciones físicas del instrumento, por su construcción y diseño. Eso sí, el sistema Buzz Feiten realmente funciona y es efectivo.

Sonido
Tranquilos, ya llegamos a la parte más deseada. He sentido ganas de empezar con una saturación extrema, dada la “caña” que pide la guitarra, pero ciñéndome al protocolo, he empezado por el canal limpio. Sonido redondo y con gran volumen en ambas pastillas, con una EMG 81 de fuertes agudos y medios, y una EMG 85 más grave y cálida.

Percibo una fuerte resonancia y una respuesta de bajos más que aceptable, que hace que me haya enamorado especialmente de la posición del puente, ya que el sonido es, en conjunto, muy equilibrado y potente. En el mástil, se nota la reducción de medios y un sonido algo más “jazzero”, pero ni por asomo es adecuada para dicho estilo. La posición central del switch me ha resultado muy atractiva en este canal, con una respuesta de bajos un tanto acentuada, y un toque “acampanado”, que da como resultado un sonido aterciopelado y dulce.

Incluso en limpio, estas pastillas resultan bastante poco versátiles, dada la elevada salida que proporcionan. Pero, además del componente activo, hay que señalar que están construidas con un fuerte apantallado eléctrico, lo que hace que, incluso a volúmenes extremos, nuestro sonido quede protegido de interferencias electromagnéticas. Punto a favor en directo.

Ahora pasamos al apartado principal a que nos conduce esta guitarra: los sonidos de batalla. Empiezo con una distorsión crunch a media ganancia, y el sonido en posición de puente es rockero, crujiente. Al percibir una salida un tanto fuerte, he reducido la ganancia y, ahora sí, tenemos algo más “typical crunch”. Los solos son especialmente atractivos y cañeros en la posición del puente, mientras que el sonido de la del mástil se aproxima un poco más al concepto PAF. Atención, sólo se aproxima mejor que la 81, con lo que no quiero dar a entender que la 85 sea una humbucker tipo PAF.

Compruebo el sustain realizando bendings, y realmente la guitarra se comporta, manteniendo el sustain durante bastante tiempo.

Ahora pasamos a distorsiones tipo “lead”, y saturaciones extremas, propias del metal moderno. El sonido objetivo de esta guitarra tiene su esencia aquí, tal y como esperaba. Volumen elevado, sin apenas ruidos… Una guitarra para el músico metalero extremo (Thrash, Death, Black…). Los acordes suenan potentes y los solos chirrían. Ambas pastillas se complementan bien. Es fácil ejecutar armónicos artificiales, y suenan como verdaderos gritos de angustia. El resto de técnicas rockeras, como el palm-mute, o incluso el tapping, son igual de destacables en esta guitarra, en cuanto a sonido.

Veréis que hago especial hincapié en la posición del puente, pero es donde realmente, como digo, esta guitarra me ha impactado. Eso sí, prácticamente en cualquier guitarra de metal extremo se da esta característica, llegando en muchos casos a prescindir de pastilla de mástil en su construcción.

Por supuesto, no he podido evitar probar afinaciones alternativas. Tras afinar en do y saturar a tope, obtenemos el “cocktail” deseado por los que cultivan New-Metal, siendo éste otro punto destacable de esta guitarra.

Conclusión
Un instrumento sólido como un tanque, pastillas activas bien apantalladas, estabilidad de afinación, peso ligero, guitarra en conjunto equilibrada (sin cabeceos de mástil o cuerpo), diseño fino y cómodo al tacto…. Estamos, sin duda, ante una guitarra especialmente orientada a la ejecución en directo, y dirigida a aquellos que cultivéis los estilos metaleros más salvajes.

Buena construcción, pastillas EMG, clavijero Grover, sistema Buzz Feiten… Y precio de venta al público de 625 €, IVA incluido. ¿El truco? Esta guitarra ha sido construida en Indonesia (bajo estrictas especificaciones de Washburn USA), donde la mano de obra es bastante más barata que la propia de instrumentos de este nivel, como la coreana. Por lo general, soy partidario de que las guitarras de gama media se fabrique en países “de gama media”, pero en este caso he visto bastante acertada la idea del Made in Indonesia, pues normalmente la mano de obra eficaz es requerida en acabados más complejos. En nuestro caso, los acabados son bastante buenos, pero muy simples, por lo que lo principal es el montaje de la guitarra en términos industriales, algo que es menos distinguible entre unos países y otros, en esa zona asiática. Eso sí, también hay compañías que construyen en Indonesia y no presentan este nivel de calidad, algo que hay que tener en cuenta y agradecer a los supervisores de Washburn, porque ellos lo saben: PRO es algo más que tres letras.

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