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Martín LE2100 y LE1200. Sonido bajo control.

  • Publicado en P.A., Portátil y monitores escenario
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Uno de los puntos críticos de cualquier producción musical que se base en el directo es el sistema de monitoraje. Como todos sabemos, y aunque nos parezca increíble a nosotros (a los ingenieros de sonido), los músicos necesitan saber qué están tocando e interpretando el resto de sus compañeros. Sí, sabemos que en su local de ensayo no suelen tener monitores, quizá tan sólo un pequeño equipo para las voces y poco más, pero en directo las cosas cambian, y las exigencias son mayores.

Hay muchos fabricantes que se han tomando muy en serio este tema, dando a sus clientes verdaderas soluciones atractivas que intentan, con más o menos eficacia, ofrecer un sonido de calidad y, a la vez, facilitar al técnico de monitores trabajar con cierta libertad. Los monitores son los únicos recintos acústicos que desafían los principios más básicos de cualquier buena sonorización y acústica. Tomen como ejemplo cualquier cantante: para que pueda cantar bien debe escucharse a él y al resto de la banda. El monitor correspondiente estará “bombeándole” continuamente dichos “sonidos de directo” a sus oídos y, por lo tanto, a su propio micrófono. Es muy posible que esos sonidos acaben generando el molesto feedback o el fenómeno de realimentación, lo que se traduce en el fatídico acople. Este aspecto lo podemos solucionar utilizando ecualizadores que detecten esas frecuencias críticas sin que la percepción del sonido se vea mermada. Pero hay más cosas que se deben tener en cuenta. El monitor de escenario suele ser, en definitivas cuentas, un equipo de sonido unipersonal. Cada monitor tiene su propia mezcla de sonidos y debe ser escuchada sólo por el individuo en cuestión. Debe ofrecer un diagrama de dispersión lo suficientemente cerrado para que no esparza el sonido por todo el escenario, pero lo suficientemente abierto para que el músico o intérprete de turno no deba quedarse en una única posición.

¿Un monitor debe ofrecer un sonido de calidad? Evidentemente, sí. Los que llevamos centenares de conciertos a nuestras espaldas somos conscientes de que cuando los músicos están a gusto en el escenario el resultado es mucho mejor. Para estar y sentirse bien, los monitores y, sobre todo, la pericia del técnico de monitores, juegan un papel muy importante.

Antes de abordar a nuestros dos invitados quisiera, desde estas páginas, dar un pequeño homenaje a los técnicos de monitores. Esta industria musical no suele prestarles demasiada atención y es muy poco habitual encontrarse con un grupo que lleve su propio ingeniero de sonido para monitores. Cuando llegas a un escenario debes otorgar toda tu confianza a un técnico que, seguramente, nunca has conocido antes, y mi experiencia en este caso es tremendamente agradable. A todos ellos, gracias.

MARTIN AUDIO
En 1971 nació Martin Audio, una empresa que tenía como objetivo suministrar los equipos de directo para grupos tan reconocidos como Pink Floyd o Supertramp. Empezaron con el listón muy arriba y podríamos afirmar que esa experiencia inicial les ha supuesto estar siempre en la vanguardia del sector. Tal es su éxito que es de las pocas marcas (aunque no la única) que con sólo mencionarla, se nos quita un peso de encima. Cuando a un ingeniero en ruta le comentan que el equipo de PA y/o monitores son de Martin Audio, nada debe preocuparle. Como mínimo para mí, merecen toda mi confianza.

A estas páginas traemos dos de los monitores de escenario para suelo de la serie LE: el compacto LE1200 y el magnífico LE2100. El primero, para entendernos, es la versión “domesticada” del segundo. Y éste es el sueño de cualquier músico. Para que nos entendamos, repasaremos brevemente las especificaciones del mastodóntico LE2100: dos altavoces de 12” (300 mm) de excursión muy larga con motor de neodimio, con un altavoz de medios de alta potencia de 6,5” (135 mm), también con imán de neodimio y un altavoz de agudos de 1” (25 mm) con cono de titanio y motor de compresión de neodimio. Sí señores, un monitor de tres vías con diseño único de biamplificación (no es posible hacerlos sonar de manera pasiva). Disfruta de un filtro divisor que corta a 500 Hz en activo y a 3 kHz en pasivo. Su respuesta en frecuencia, según el fabricante, es de 54 Hz a 18.000 Hz (+/- 3 dB) con una caída de -10 dB a 46 Hz. Lo impactante de él no es sólo su equipo de altavoces, sino también su perfecta dispersión. Ofrece hasta 136 dB continuos de presión sonora para las frecuencias medias, con un ángulo de dispersión de 60º en vertical y entre 60 y 100º en horizontal (lo que se conoce como dispersión diferencial). ¿Esto qué significa?

Lo importante en un monitor es, además de la calidad de su sonido, la capacidad de poder controlar perfectamente la dispersión de los sonidos más agudos, los que son responsables de los feedbacks o acoples, pero también de la correcta inteligibilidad de los sonidos. La tecnología de dispersión diferencial incrementa el área donde, a la altura de los oídos, se mantiene mejor un mismo nivel de SPL en las frecuencias altas. Esto ofrece al músico más libertad de movimiento, mientras que esta dispersión horizontal evita “contaminar” el escenario con sonidos indeseados.
Nuestro invitado es un armatoste considerable, lógico si tenemos en mente que está equipado con dos altavoces de 12” que flanquean la trompeta de agudos y el altavoz de medios, situados en el centro. Acabado en madera lacada de muy robusto tacto, los de Martin Audio han cuidado hasta la saciedad todos los detalles, como demuestra la situación de los dos conectores Neutrik, situados debajo del monitor y que le añade un cierto plus en estética; el conector no se ve y el escenario puede quedar todavía más “limpio”. Eso sí, pesa casi 40 kg, y aunque disfruta de dos asas integradas a cada lado, para moverlo nos harán falta dos personas.

Quizá por ello está bien que, además de este ingenio, hayamos tenido la oportunidad de probar su hermano menor, el LE1200. Éste “sólo” lleva un altavoz de medios/graves de 12” (el mismo que en el LE2100) y un tweeter de 1,4” (35 mm). El tweeter es de mayor tamaño, visto que no hay un tercer altavoz de medios. Al igual que su hermano mayor, también disfruta de la trompeta para agudos de dispersión diferencial. Su respuesta en frecuencia es de 59 Hz a 18 kHz, con una caída de -10 dB a 52 Hz. La impedancia de este monitor es de 8 ohmios y permite tanto la amplificación activa como pasiva. Para ello, dispone de un conmutador escondido donde los dos conectores Neutrik. Su peso es de 21 kg, por lo que es más fácil transportarlo, incluso para una única persona. Los acabados de este monitor resultan igual de espectaculares: ofrecen rigidez, robustez y durabilidad.

Desgraciadamente no pude probar los monitores en un ambiente “real” debido a que sólo teníamos un recinto de cada modelo. Pero sí las sometí a una serie de pruebas “difíciles” en aras de sonsacarles los colores. En ambos casos utilicé amplificación Crowm (la serie CE) con filtros divisores BSS. Como ya he anunciado, el LE2100 sólo permite la biamplificación, mientras que el LE1200 permite la amplificación pasiva o activa. Empezando por este último, vale la pena ponderar el uso de la amplificación activa, visto que en comparación directa la respuesta en graves y, sobre todo, el control de los agudos es superior en activo.

Para que no haya malentendidos, entiendo “amplificación pasiva” al uso de un único amplificador por monitor, mientras que la activa implica el uso de más amplificadores y los filtros correspondientes. No quiero que se confunda el hecho de que estos Martin Audio lleven sus propios sistemas de amplificación, que no es el caso. Normalmente, también entendemos como “caja activa” ésa que incorpora sus propios amplificadores y que, por tanto, sólo demandan de una señal de línea y corriente. Insisto, no es el caso de estos monitores Martin. Proseguimos.

Para las pruebas entró en concurso una consola Midas Venice convencional y dos micrófonos de voz bien conocidos: el SM58 y el Beta87. Este último es un poco más crítico que el estándar SM58, debido al uso de un condensador y a la presencia de un pico en agudos. Con la configuración en pasivo del LE1200 los resultados son más que satisfactorios; el acople es casi nulo, aunque la respuesta en graves no es tan perfecta como en activo. En este caso, la opción en activo permite extender la respuesta de los graves con unos mejores transitorios y, además, con una mejor sensación de brillo, haciendo un poco más crítica la mezcla y el control de los acoples, pero que, si se consigue mantener a raya mediante un buen ecualizador de 32 bandas, ofrece un sonido muy bueno para cualquier músico.

Si los resultados del LE1200 son realmente apetitosos para un monitor de dos vías como el que es, no sabría cómo definir lo que experimenté con el LE2100. El sueño de todo músico es poder escuchar lo que el público escucha, con el impactante grave del bombo y el bajo, los magníficos y controlados medios de las guitarras y los brillos que otorgan las reverbs y delays a las voces principales. Pues esto ya es posible con este LE2100: excelente grave (e incluso subgrave, si me permiten el atrevimiento), con la capacidad de expresar decenas de matices, gracias a lo dúctil y manejable que resulta el agudo. Evidentemente, con un medio sensacional que otorga cuerpo y “poderío” a cualquier sonido y que hace que la mezcla final pueda etiquetarse de perfecta. Una alta presión sonora que no me aportó demasiados problemas a la hora de ecualizar y evitar los acoples, tanto para el 58 como para el Beta, consiguiendo una respuesta en frecuencia que pocas veces he conseguido con monitores de dos vías (evidentemente, nuestro invitado, el LE2100 es un fuera de órbita total).

Otro aspecto que se debe tener en cuenta es la posibilidad de moverse con cierta soltura alrededor del monitor (siempre, claro está, en la línea frontal) sin que exista una notable pérdida en la percepción de los agudos y medios altos. No es algo muy extendido, pero sí que “abre” lo suficiente como para que incluso no sea necesario el uso de sidefills. La respuesta en frecuencia es tan buena en el caso del LE2100 que pocos deberían quejarse de que no se escuchan o de que se escuchan mal.

Conclusión
Está claro que para conseguir un buen sonido, con una respuesta en frecuencia perfecta y una presión sonora fidedigna, es necesario recurrir a recintos voluminosos. Martin Audio ofrece una solución sin compromiso que, aunque será odiada por los montadores, ofrece un sonido perfecto para cualquier estilo musical. Se llama LE2100 y es, bajo mi punto de vista, uno de los monitores más completos que nunca he visto.

Pero si el LE2100 es demasiado, bien vale la pena recordar al “pequeño” LE1200, un dos vías que nos permite la amplificación activa o pasiva. En pasivo, su comportamiento es realmente bueno, pero en activo ya es irreprochable. Es más manejable y aunque no llega a las prestaciones de su hermano mayor (como debe ser), mantiene muy bien esas prestaciones que busca todo técnico de monitores busca: buen sonido y perfecto control de los acoples. Es que Martin Audio sólo sabe hacer las cosas bien.

 

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